
No conozco a nadie que no use productos de marca. Es un concepto tan arraigado en nuestra sociedad que cuesta imaginarse una vida sin ellas. La marca no es sólo una promesa de calidad hacia el consumidor, sino que, con ella, se cuenta el origen del producto. ¿Es la procedencia fiable? ¿Qué impacto tendrá este producto en el medio ambiente?
Las marcas cuentan historias: cuando compramos un producto sabemos de dónde viene, qué contiene y si es ético y ecológico. ¿O quizá no lo sepamos del todo? ¿Y si la publicidad es engañosa y ya no reconocemos si el producto es lo que promete? En mi opinión, existe un concepto que, como consumidora, echo en falta en la gran mayoría de las marcas: transparencia.
Todos luchamos contra nuestra disonancia cognitiva. Conocemos la procedencia, pero miramos hacia otro lado. Ignoramos el potencial de la oferta y demanda porque nos han convencido de que una persona sola no es capaz de provocar ningún cambio. Todos lo hemos pensado alguna vez. Pero nos dejamos convencer de que no nos queda otra elección que consumir un producto en concreto. Aunque sepamos que la explotación de la mano de obra está a la orden del día; aunque conozcamos la realidad sobre productos textiles producidos en la India; aunque intuyamos, desde la ignorancia, las consecuencias de nuestros actos. Hay que apoyar el consumismo responsable. Existen productos de higiene para mujeres que cuestan más solo por ser de color rosa; anuncios de hamburguesas que convencen a los hombres que consumir carne define su masculinidad. Seamos conscientes del engaño. Los valores de la sociedad están cambiando. Están avanzando. Las personas están cada vez más informadas; son cada vez más conscientes de lo que consumen. El público es cada vez más exigente y esto hará que la comunicación publicitaria tenga que ser cada vez más creativa, aunque siempre teniendo en cuenta el impacto moral y ético que tendrán sus productos sobre el planeta y sin olvidar conceptos como la honestidad en las prácticas y las comunicaciones de las empresas, no sólo con los consumidores finales, sino también con los proveedores y colaboradores. En conclusión: transparencia. Transparencia será el concepto que reinará en el futuro de la publicidad en esta sociedad cada vez más exigente y cada vez más polímata. Porque queremos saber. Queremos influenciar. Queremos marcas que se identifiquen con nuestros principios para que nosotros podamos seguir identificándonos con nuestras marcas.
Todos luchamos contra nuestra disonancia cognitiva. Conocemos la procedencia, pero miramos hacia otro lado. Ignoramos el potencial de la oferta y demanda porque nos han convencido de que una persona sola no es capaz de provocar ningún cambio. Todos lo hemos pensado alguna vez. Pero nos dejamos convencer de que no nos queda otra elección que consumir un producto en concreto. Aunque sepamos que la explotación de la mano de obra está a la orden del día; aunque conozcamos la realidad sobre productos textiles producidos en la India; aunque intuyamos, desde la ignorancia, las consecuencias de nuestros actos. Hay que apoyar el consumismo responsable. Existen productos de higiene para mujeres que cuestan más solo por ser de color rosa; anuncios de hamburguesas que convencen a los hombres que consumir carne define su masculinidad. Seamos conscientes del engaño. Los valores de la sociedad están cambiando. Están avanzando. Las personas están cada vez más informadas; son cada vez más conscientes de lo que consumen. El público es cada vez más exigente y esto hará que la comunicación publicitaria tenga que ser cada vez más creativa, aunque siempre teniendo en cuenta el impacto moral y ético que tendrán sus productos sobre el planeta y sin olvidar conceptos como la honestidad en las prácticas y las comunicaciones de las empresas, no sólo con los consumidores finales, sino también con los proveedores y colaboradores. En conclusión: transparencia. Transparencia será el concepto que reinará en el futuro de la publicidad en esta sociedad cada vez más exigente y cada vez más polímata. Porque queremos saber. Queremos influenciar. Queremos marcas que se identifiquen con nuestros principios para que nosotros podamos seguir identificándonos con nuestras marcas.